Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum ES

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updated 11:54 AM UTC, Mar 20, 2024

Fray José Bocci

El Santo Padre Francisco en la audiencia del 23 de febrero de 2023, autorizó al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las causas de los santos a promulgar el Decreto super virtutibus e fama sanctitatis de fr. Giuseppe de Sant’Edipio a Mare, en el siglo Giuseppe Bocci, sacerdote profeso de la Provincia Picena.

El Siervo de Dios nació en La Corva, fracción de Sant’Elpidio a Mare el 15 de marzo de 1885. En el bautismo recibió el nombre de Julio José Patricio. Aún adolescente, Julio y su hermano Ricardo fueron llevados por el padre al Convento de los Capuchinos de Fermo con el pedido de ser admitidos a la vida religiosa. El 20 de marzo de 1898, a los trece años, Julio visitó el hábito capuchino y el 2 de junio de 1900 en el convento de Camerino inició el año de noviciado, recibiendo el hábito de la probación y el nuevo nombre: fr. José de Sant’Epidio. El 20 de junio de 1901 emitía los votos temporales de pobreza, castidad y obediencia. El 23 de septiembre de 1905, en la Catedral de Pesaro, recibió la tonsura y las cuatro órdenes menores. En 1907, en una rápida sucesión, emitía la profesión perpetua, 2 de noviembre, el subdiaconado, 3 de noviembre, el diaconado, 14 de diciembre y finalmente el 21 de diciembre de 1907 fue ordenado sacerdote. El siervo de Dios a los 23 años y en la noche de Navidad celebra su primeria Misa en la Iglesia de los Capuchinos de Pesaro.

Terminados los estudios, el Siervo de Dios recibió su primera obediencia: el convento de Camerino con el encargo de Vicemaestro de novicios. En septiembre de 1910 fue transferido a Jesi como Director de los estudiantes del bachillerato, y al siguiente año fue destinado a Montegiorgio como “Presidente” de la fraternidad capuchina. Un año después, en septiembre de 1912, la obediencia lo llama al convento de Cingoli con el oficio de Maestro del pequeño colegio y, luego, en 1915, también “Presidente” de la fraternidad.

Estallada la Gran Guerra, el siervo de Dios fue llamado a las armas y asignado a la VII Compañía Sanitaria local en Ancona para luego ser destinado sucesivamente a los hospitales de Génova, Casta Maser, Minerbe y finamente en Thiene.

Llegada la baja del ejército, de regresó a la Provincia, el Siervo de Dios fue asignado al convento de Cingoli como “Presidente” y profesor en el Colegio seráfico y, poco después, en Civitanova Marche. Con el cambio de lugar del estudiantado a Pesaro en 1928, también el Siervo de Dios fue transferido a dicha ciudad.

En 1932 fundó oficialmente la Obra de las Vocaciones, dedicándose también a la redacción del pequeño diario “Pace e bene”. Como Director local de la Tercera Orden Franciscana, comenzó a reunir un grupo estable de señoras y señoritas, las futuras pías celadoras, que se dedicarán totalmente a las vocaciones sacerdotales y religiosas. De este primer grupo, en 1943, nacieron las Hermanas Franciscanas de las Vocaciones. El 6 de enero de 1945 las primeras dos mujeres iniciaron la vida común en una ala del convento de Pesaro para luego mudarse, en 1949, a la Casa Franciscana construida para ellas.

El Siervo de Dios seguirá con cura la Obra de las Vocaciones y el desarrollo del Instituto de las Hermanas Franciscanas de las Vocaciones que entre 1960 y 1972 abrieron casas en Spello, Bari, Castelmonte, Loreto, Salvador, en el Estado de Bahía en Brasil, y Corinaldo.

Los últimos años del Siervo de Dios fueron vividos en la oración y en recogimiento de la propia celda, donde muere el 23 de noviembre de 1974. Sepultado en el cementerio de Pesaro, desde el 21 de octubre de 1995 los restos mortales del Siervo de Dios reposan en la iglesia de los Frailes Capuchinos de la misma ciudad.

Se destaca en el Siervo de Dios haber vivido con intensidad el don de la llamada a la vida religiosa y al ministerio sacerdotal en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos aún sin manifestaciones o signos llamativos, sino haciendo bien todas las cosas ordinarias. Su secreto para vivir el seguimiento de Cristo fue la contemplación unitiva de Cristo Crucificado que lo sostuvo tanto en el duro trabajo vocacional como en las dificultades, incomprensiones, humillaciones, desilusiones que la vida no le ahorró, como tampoco en su frágil salud.

De la espiritualidad capuchina había recibido el don de vivir la pobreza así como el despojo de sí, el espíritu de sacrificio, la entrega a la Providencia y la confianza hacia todos. Sus simples y discretos gestos hechos de paciencia, calma y serenidad tuvieron su fuente en la oración y en la celebración de la Eucaristía.

Ardiente también fue su amor a la Iglesia reconocida como sacramento de salvación para la humanidad, presencia viva y operante del mismo Jesús que pide la colaboración de hombre para el Reino de Dios. Esto lo hizo infatigable promotor en el proponer, rezar, sostener las vocaciones sacerdotales, y a María, la Virgen hecha Iglesia, confió todas sus obras y sobre todo su empeño de santificación.

La Investigación diocesana sobre la vida, virtudes y fama de santidad del Siervo de Dios que se abrió en Pesaro el 29 de septiembre de 1995, culmina hoy su primera etapa con el reconocimiento de las virtudes heroicas. Un milagro abriría el camino hacia su beatificación. 

Fr. Carlo Calloni, OFM Cap.

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Modificado por última vez el Jueves, 16 Marzo 2023 11:23