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Predicaciones cuaresmales de fr. Raniero Cantalamessa

Ciudad del Vaticano. También en esta última Cuaresma fr. Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, dirigió su palabra al Santo Padre y a los miembros de la Curia Vaticana. Escuchándolo en la Capilla Redentoris Mater, cada viernes por la mañana, estuvieron presentes numerosos cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y oficiales que trabajan en el Vaticano. Los mosaicos de la Capilla, obra del jesuita Rupnik, que ilustran la historia de la salvación, fueron el digno marco para las palabras del Predicador Apostólico. Las cinco predicaciones tuvieron por tema central la santidad cristiana.

La primera predicación, el 23 de febrero, tuvo como título: “No os conforméis a la mentalidad de este mundo” (Rom 12,2), con los siguientes subtítulos: los cristianos en el mundo; la crisis del ideal de la “Fuga mundi”; pasa la escena de este mundo.

La segunda predicación fue dedicada al amor cristiano: “La caridad no sea fingida”. En esta prédica, fr. Raniero analizó las fuentes de la santidad cristiana: la caridad como “amor sincero”, sin fingimientos, la caridad en la comunidad cristiana; y la caridad ad intra.

La tercera prédica la quiso dedicar a la humildad cristiana: “No os hagáis una idea demasiado alta de vosotros mismos”. En sus detalles, habló de la humildad como “sobriedad”, apoyándose en el pensamiento de San Pablo. También: “¿qué tenéis que no hayáis recibido?”, refiriéndose a los escritos de algunas místicas como Santa Teresa de Ávila y la beata Ángela de Foligno. Continuando con el tema de la humildad, habló de “María, la humilde esclava”, y luego, llevando el tema a la realidad de la vida cotidiana, habló de la “la humildad y las humillaciones”, con muchas referencias al texto clásico de la Imitación de Cristo.

La cuarta predicación cuaresmal tuvo como tema la obediencia a Dios en la vida cristiana: “Cada uno se someta a las autoridades constituidas”. Aquí los subtítulos: “El hilo del alto”; la obediencia de Cristo; la obediencia como gracia: el bautismo; la obediencia como “deber”; la imitación de Cristo; la obediencia abierta siempre a todos.

Fr. Raniero dedicó la última prédica cuaresmal a la pureza cristiana: “Pongámonos las armas de la luz”. Partiendo del testimonio de San Agustín en sus Confesiones, trató sobre las motivaciones cristinas de la pureza: es decir, la pureza como belleza y amor al prójimo; luego la pureza y la renovación; y finalmente los “puros de corazón”.

Concluyendo su última predicación cuaresmal, fr. Raniero presentó sus saludos pascuales al Santo Padre y a todos los presentes.

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Fotos – Youtube Vatican news

 

Modificado por última vez el Sábado, 14 Abril 2018 21:54
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