Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum ES

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updated 4:51 PM UTC, Apr 18, 2024

En los Estados Unidos la Beatificación del P. Francisco Solano Casey, el “portero de Dios”

Detroit (EEUU). El Sábado 18 de noviembre pasado, en Detroit, tuvo lugar la beatificación de fr. Francisco Solano Casey, fraile capuchino de la Provincia del Calvario, nacido en 1870 y muerto en 1957. Es el primer capuchino norteamericano en subir a los altares. Su biografía es extraordinaria y se desarrolló en la región de los Grandes Lagos, Nueva York y finalmente Detroit: simple sacerdote, sin facultades para confesar y predicar, portero y divulgador de la Obra Seráfica de Misas. Durante la Gran Depresión (1929-1930) fue apóstol de caridad organizando el comedor para los pobres. También fue un hombre de gran oración haciendo de su vida un himno de alabanza y de agradecimiento a Dios.

La beatificación del P. Solano tuvo lugar en el gran Ford Field Stadium de Detroit, con la presencia de setenta mil personas, provenientes de los Estados Unidos y otros países americanos. Durante la gran celebración – en la cual participaron unos centenares de sacerdotes, veinticinco obispos, tres cardenales, entre los cuales el capuchino O’Malley, arzobispo de Boston, el card. Thobin y el cardenal, obispo emérito de Detroit, A. Maida – el delegado del Papa Francisco, Card. Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que proclamó al nuevo Beato. En la homilía dijo: “El Beato Francisco Solano Casey llegó a la santidad aquí, en los Estados Unidos de América, subiendo cada día los escalones que llevan al encuentro con Dios mediante el amor hacia los hermanos necesitados. Los otros, sobre todo los pobres, eran vistos por él no como un peso u obstáculo para su camino de perfección, sino como una vía a la luz del esplendor divino”.

Sexto de 16 hijos de una familia de origen irlandés, gran deportista y amante del violín, dejó temprano los estudios para ejercer los trabajos más diversos, como ayudante de panadero, guardia carcelario y leñador. Luego, la vocación: quería ser sacerdote diocesano, pero su escasa preparación cultural se lo impidió, así que le aconsejaron orientarse hacia una congregación. Eran otros sus talentos, y sus superiores lo intuyeron rápidamente: “Para la gente será una especie de Cura de Ars”, dijeron el día de su ordenación como sacerdote simplex, por lo que estaba impedido de predicar en público y confesar.

Como capuchino tomó como modelo a san Francisco Solano, el misionero español de Sudamérica del siglo XVI canonizado por Benedicto XIII. Durante 20 años fue portero en el convento de San Buenaventura de Detroit, donde vivió de la fe y la escucha. Durante el día muchos hacían fila para escuchar su consejo y por la fama que tenían sus oraciones de ser pletóricas de gracias, tanto que cuando lo llamaban para el almuerzo, decía: “la comida no es tan importante como ayudar a los demás”. Durante la noche, por el contrario, la pasaba muchas veces en adoración al Santísimo Sacramento. Así el Card. Amato recuerda una particular obra de caridad del nuevo Beato: “Durante la gran depresión de 1929, para ir al encuentro de muchos que padecían hambre, creó, con la ayuda de bienhechores, la cocina para la distribución gratuita de la sopa para los pobres. Para sostener su cocina de la caridad salía a persuadir a campesinos y a compañías a donar alimentos para esta intención”.

Luego, su salud se deterioró y en 1957 encontró la muerte por una grave infección de piel, que los médicos no pudieron sanar. Asistido por su hermana, el Padre Solano se fue con la sonrisa y con el escrito sobre la puerta de su habitación del hospital que expresaba lo que su voz ya no podía decir: “Yo doy mi alma a Jesucristo”. Un mensaje, el de toda su vida, que aún tiene mucho para enseñar al hombre de hoy, como concluye el purpurado: “Elevándolo a los honores de los alteres, el Capuchino norteamericano, el Papa Francisco lo muestra a toda la Iglesia, como discípulo fiel de Cristo, Buen pastor. Hoy la Iglesia y la sociedad tienen necesidad del ejemplo y de la obra del padre Solano”.

No podemos concluir esta relación sin recordar que en la celebración estaba presente el Ministro general de la Orden, Fr. Mauro Jöhri, que en nombre de toda la Orden de los Capuchinos agradeció al Card. Angelo Amato por el solemne rito de la Beatificación del P. Solano. Y en su discurso no faltó el agradecimiento al Postulador general de la Orden, fr. Carlos Calloni, al cual se le debe mucho por el trabajo desarrollado para que la causa llegue a su fin. También estaban presentes miembros de la familia Casey, parientes del nuevo Beato, esparcidos por todo el mundo.

El nuevo Beato cierra un año bendecido para nuestra Orden: de hecho el 7 de octubre, en Milán, fue beatificado Arcenio de Trígolo (1849-1909) y el 15  del mismo mes fue canonizado por el Papa Francisco el Beato Ángel de Acri (1669-1739).

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Modificado por última vez el Sábado, 09 Diciembre 2017 22:22