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Mons. Alejandro Labaka y sor Ines Arango

El Santo Padre León XIV, en la Audiencia concedida al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, el 22 de mayo de 2025, aceptando y confirmando los votos del Dicasterio de las Causas de los Santos, autorizó la firma del Decreto en el que reconoce que Monseñor Alejandro Labaka y Sor Inés Arango Velásquez ofrecieron su vida hasta la muerte por amor a la caridad.

La comunidad cristiana de Aguarico (Ecuador), con profunda sensibilidad ante lo sucedido y también con igual sencillez, escribió en la placa de su entierro en la catedral de Coca: «Murieron por lo que amaban».

La muerte violenta de los dos Siervos de Dios fue inmediatamente percibida por los fieles que los habían conocido y amado, un gesto de amor de quienes no habían escatimado esfuerzos para llevar el anuncio de la Paz del Resucitado.

Ahora, un milagro por intercesión de los dos Venerables abriría el camino de la beatificación.

Mons. Alejandro Labaka nació el 19 de abril de 1920 en Beizama (España). Al final de la escuela primaria, en 1931, ingresó en el seminario capuchino de Alsasua. El 14 de agosto de 1937 vistió el hábito religioso y el 22 de diciembre de 1945, al final de su formación, fue ordenado sacerdote.

El 13 de abril de 1947 partió como misionero a China, donde permaneció hasta el 4 de febrero de 1953, cuando fue expulsado a la llegada del régimen de Mao Tse Tung. Enviado a un nuevo campo de misión en Ecuador, en 1965 fue nombrado Prefecto Apostólico de Aguarico. Servicio que dejó el 1 de octubre de 1970. Tras un período de descanso regresó a Ecuador y, de 1971 a 1975, ejerció el ministerio pastoral en Coca y Enokanque. En 1982 fue reelegido Superior Regular de la misión capuchina y el 4 de noviembre del mismo año fue nombrado Pro-Prefecto de Aguarico y el 2 de julio de 1984 Primer Vicario Apostólico de Aguarico.

El Siervo de Dios sentó las bases de una intensa y positiva relación con el pueblo huaorano, iniciativa que encontró el apoyo del gobierno ecuatoriano, que le apoyó facilitándole un helicóptero con el que sobrevolar la selva y familiarizarse con los indígenas.

Ante la escalada de enfrentamientos entre los indígenas y las compañías petroleras que operan en los territorios huaorani, en marzo de 1985, el Siervo de Dios intervino ante el gobierno ecuatoriano para que se respetaran sus derechos humanos y se defendieran sus territorios.

El 21 de julio de 1987, el Siervo de Dios, acompañado por la hermana Inés Arango, llegó en helicóptero a la tribu Tagairi, que nunca antes había sido visitada por misioneros. Abandonados a su suerte, fueron asesinados con lanzas arrojadas por hombres que regresaban de la selva.

Inés Arango Velásquez, undécima de doce hermanos, nació el 6 de abril de 1937 en Medellín (Colombia). Realizó sus estudios en el Colegio de la Presentación de Medellín y en el colegio de Nuestra Señora de la Mercede de Yarumal. En 1953 ingresó como aspirante en las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, pero abandonó el instituto dos meses después. Más tarde, el 17 de octubre de 1954, ingresó en la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia. El 2 de julio de 1955 toma el hábito y recibe el nombre de María de la Nieves de Medellín. Aunque quería ser misionera, la Sierva de Dios se dedicó a la enseñanza durante casi 20 años (1956-1975).

El 9 de marzo de 1977, formó parte de la primera expedición misionera de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia al Oriente del Ecuador, en la Prefectura Apostólica de Aguarico. El 4 de agosto de 1977, fue enviada a Nueva Rocafuerte donde se dedicó al hospital y al mismo tiempo a la evangelización de algunas comunidades indígenas en colaboración con los Hermanos Capuchinos Fr. Manuel Amunárriz y Fr. Alejandro Labaka. En 1987 la Sierva de Dios estuvo en Coca, donde se dedicó a la evangelización de los indígenas huaorani, de nuevo en colaboración con Mons. Alejandro Labaka, Vicario Apostólico de Aguarico. Con este último, la Sierva de Dios fue a encontrarse por primera vez con la tribu de los Tagaeri, cuyo territorio estaba amenazado por la invasión de las compañías petroleras. Los dos misioneros, que no ignoraban el riesgo que corrían, partieron en helicóptero el 21 de julio de 1987 para intentar establecer un contacto pacífico con los Tagaeri.

Los dos nuevos Venerables, seguros de que Dios se ofrece total y generosamente, y la medida de su amor es el don sobreabundante de Cristo Jesús, nos enseñan a todos que la ofrenda de la propia vida en la fragancia, la palabra y la paz de Cristo vuelvan a difundirse y conocerse en todo el mundo, es también nuestra medida.