Una presencia capuchina al servicio de la misión
La misión capuchina en Burkina Faso se prepara para festejar su jubileo de plata el próximo mes de septiembre. Veinticinco años de presencia evangélica vividos bajo el signo de la simplicidad, la pobreza y la fraternidad, sobre las huellas de San Francisco de Asís. A través de estos años los Frailes Menores Capuchinos se fueron enraizando profundamente en esta tierra de Burkina Faso, compartiendo alegrías y dolores de un pueblo sufriente y llevando humildemente la luz del Evangelio.
La Fraternidad de Bissiga, inmersa en una zona rural en la parte oriental del País, es un fuerte testimonio de este compromiso misionero. A pesar de los desafíos que implica la inseguridad, la fraternidad de Bissiga encarna una Iglesia pobre, al servicio de la gente y siendo solidaria con ella. La parroquia de San Padre Pío de Bissiga nació en un contexto rural difícil pero que se distinguió por su espíritu dinámico. La parroquia está constituida por una población cercana a las 11.500 personas, dividida en 9 sectores y 48 Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Si bien la lengua local hablada es el zaoré, las celebraciones se desarrollan en mooré, para favorecer la unidad pastoral.
La parroquia está animada por la Fraternidad San Padre Pío, integrada por tres Frailes Capuchinos que se dedican con pasión a la misión: Fr. Vianney, fr. Corneille y fr. Ambrose, que forman una fraternidad unida que sabe integrar experiencia, frescura juvenil y simplicidad evangélica. Juntos, se ocupan de la asistencia pastoral, están presentes en las familias, sostienen los grupos eclesiales y se dedican al servicio fraterno cotidiano.
La misión en un contexto peligroso
Desde su fundación, la parroquia vivió en un clima de constante amenaza, ligado a la creciente inseguridad del país. En el año 2025, lamentablemente, se vio un incremento de la violencia: el 7 de enero, 14 voluntarios para la Defensa de la Patria fueron asesinados en Gounghin, uno de los sectores; en abril fueron golpeados también Zânkugdo y Pissalin, el 26 de abril hubo un tiroteo entre soldados y grupos armados a corta distancia del centro parroquial.
A pesar de estas pruebas, los Frailes Capuchinos de Bissiga permanecieron firmes, no rindiéndose al miedo. Ellos permanecen fieles a su vocación de pastores, continuaron con las actividades de catequesis, de visita a los enfermos y con las celebraciones sacramentales, a menudo en condiciones peligrosas. En ocasión de la Vigilia Pascual, 79 adultos recibieron los sacramentos de la iniciación cristiana, en un clima de fe y de resistencia espiritual.
Una fraternidad que da testimonio de fe y esperanza
En síntesis, son veinticinco años de simple anuncio del Evangelio, veinticinco años de vida fraterna entre los pobres y veinticinco años de fidelidad al espíritu misionero de San Francisco de Asís. En Bissiga, esta fidelidad se manifiesta a través de la presencia de los hermanos caminando en la tempestad, en solidaridad con un pueblo desplazado, sembrando esperanza en el corazón de las tinieblas. Su presencia, incluso en el exilio, nos recuerda que el Evangelio no se apaga con las amenazas: se convierte en luz en las tinieblas, ternura en el dolor, perseverancia en la prueba.
En este año jubilar la Fraternidad de San Padre Pío nos recuerda, con su testimonio silencioso y elocuente, que la misión continúa, que esperanza permanece y que la fraternidad evangélica es más fuerte que el miedo.